jueves, 27 de enero de 2011

Largo (muriel)

Muriel, de pelo largo y cintura ancha, nariz angosta y ojos muy muy grandes. Ojos muy, muy grandes y profundos: oscuros. Piernas cortas pero flacas, todo un cuerpo de distintas medidas, de distintas personas y familias. Muriel, con todo su pelo largo, su cintura angosta, sus ojos enormes y su piernas cortas y flacas, era colorada. Colorada a color rojo, si uno la veía pensaba en rojo. Rojo el pelo, rojo los cachetes al sol, rojo el cuerpo por correr tanto. Tanto, Muriel corría tanto; a todas partes corría, cansarse no le importaba: ella corría para no estar presente cuando todo se descarrile. Descarrilarse, el tren que parecía estar en forma en cualquier momento se iba a descarrilar y ella no quería estar presente cuando pase; por eso, ella corría. Corría en vestido y con sus zapatos de tacón, toda roja y crema, todo combinado con pecas.
Puntos y puntos, nubes de humo explayándose en todo el cielo celeste: todo se convertía en gris. Y, a pesar de todo, Muriel corría. Ella corría bajo la lluvia, la tormenta insaciable e imparable, la tormenta sin fin. Muriel corría y pensaba qué iba a hacer cuando la calle se terminara, cuando la vereda se transformara en barro, cuando el barro se la tragara. Muriel corría, pensaba y gritaba para sus adentros "¿qué haré?". Muriel, despacio, se calló. Ella se calló, dejó de correr y miró al cielo con su cara blanca como la crema y roja como el fuego, y pensó. Muriel pensó en todas las veces que corrió hasta agotarse, hasta quemar sus pies, hasta romper huesos y desgarrar entrañas, Muriel pensó en todo eso y se dio cuenta que no valía la pena. Ella se dio cuenta que correr tanto era desgastar su cuerpo y alma para evitar algo inevitable, el descarrilamiento iba a pasar sí o sí. Aunque corriera toda América, aunque cruzara el océano nadando... el tren se iba a descarrilar, y ella iba a estar ahí para verlo, porque el tren siempre avanzaba al lado de su carrera.
Pero qué lindo sería no estar cuando todo se descarrile, qué lindo sería evitarlo y retrasarlo para siempre.
Muriel, no sueña más en correr. Muriel sueña en evitar al tren de la única manera posible: chocar con él.

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