viernes, 1 de julio de 2011

Cómplice

El auto arrancó dejando una estela de humo y un charco de sangre. Lo vi acelerar sin importarle si alguien había observado la escena, supongo que si me hubiera visto hoy no estaría contando esta historia.
Era de noche, y cuando digo noche no me refiero a ese azul dudoso de las nueve p.m. sino a ese negro vacío de la madrugada en donde los grillos no te cantan ni las luciérnagas te iluminan. Era de noche, era de noche y estaba sola, o más bien mal acompañada. Mi mente no paraba de hablarme y yo no quería escucharla. Inútil fue irme de fiesta al lugar más ruidoso de Buenos Aires y más inútil fue irme de la fiesta. Mi voz me siguió hablando, gritando y reprochando.
Hasta que escuchó, y entonces yo también. Eran gritos desesperados, parecía que la voz estaba cerca y con cada paso que daba me complementaba más con ella. Dudé seguir caminando, dudé si tenía que irme de allí, dude por lo que parecieron horas. Se ve que mi voz se fue justo cuando necesitaba una opinión. Ja, cobarde. Decidí no serlo y caminé. Es increíble cómo algo menos de cien metros te pueden parecer quince cuadras, las quince más largas de tu vida. La parálisis del tiempo hasta que algo lo corta y, entonces, bang bang bang. No hay más gritos.
Tratando de no hacer ruido me acerqué lo mas que pude sin ser vista, y desde mi escondite vi todo. Vi a aquella mujer en el piso, vestida de blanco con manchas rojas y ella me vio con sus ojos vacíos. Vi a aquel hombre de traje levantándola, lo vi abrir el baúl del auto y lo vi meterla en él.
Los vi y no hice nada.
Al otro día busqué en los diarios alguna noticia relacionada con este crimen, escuché la radio, hasta me senté a ver los distintos noticieros. Pero nada, nadie más vio nada, nadie hablaba sobre esto, nadie sabía nada. Así que me callé.
Yo los vi, yo lo oí matarla, yo escuché sus gritos. Yo los vi y soy tu testigo. Pero también soy su cómplice.


29/06/2011
Julieta Agustina Lucero

1 comentario:

  1. Vamooos!!! Lo pusiste acá!!!

    Soy fan tuya y de este cuento. Y además, me encanta leer algo así, me trae lindos recuerdos, de cuando yo escribía cuentos policiales (bue, "policiales") en el colegio... qué tiempos jajaaja

    un besito Ju :)

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