qué tan triste fue revolver entre todos los cajones de tu casa
volverme mosquito para entrar en todo agujero
y encontrar, finalmente, lo indeseado.
qué tan triste fue desear encontrarlo
y qué tan triste fue decepcionarme al hacerlo.
más triste aún es tener que volver a guardar lo encontrado en su lugar
y hacer que no pasó nada,
que no sé nada.
pero -sobre todas las cosas- qué tan triste es no poder decirte nada
porque yo hago lo mismo.
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