jueves, 19 de abril de 2012

Cada vez

Cada vez que vos no estás me invaden los sentimientos. Finalmente siento la culpa que debería sentir, la soledad, el frío, la angustia caladora de huesos. La desesperación. Cada vez que no estás puedo volver a ahogarme en mi precaria miseria, en mi mínima miseria. Ahogarme en mí. Y en vos.
Cada vez que me cruzo con una cara familiar en el subte, parecida a la tuya, un escalofrío me atraviesa la espalda. Lo mismo me pasa cuando huelo tu perfume. Me exaspera, pero es inevitable.
Cada vez que nos leo, que te leo, siento un vacío. Y el amor. Y la tristeza. Todo junto. Me perfora, me perforan, nos perforan. No puedo evitarlo.
Cada vez que creo que estoy feliz en realidad no lo estoy. Estoy conteniendo la respiración, jurando que no te voy a volver a sufrir. Imposible.
Cada vez, cada mes, cada día, hora, minuto, segundo y etcéteras se hace más y más insoportable y sólo puedo rezar. Y eso viniendo de alguien que considera que Dios es un gran cuento dice algo. Esperar un indicio, un milagro que diga que ya te fuiste. Pero todavía no me llegó la carta.
No te mueras adentro mío, porque tu fantasma, tu maldito fantasma, se quedaría rondando dentro. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario