jueves, 17 de mayo de 2012

cómo decir chau

No hay lágrima que valga hoy, no hay abrazo que me de certeza. No hay besos, no los habrá. Sólo está éste brazo extendiéndose y la devolución extraña del otro. Es torpe, todo es torpe. Las despedidas, el desamor, los movimientos. Tu expresión, la mía. Duele, todo me duele. Desde hace un tiempo todo me duele, ya no sé qué es dolor físico y qué no lo es. Mi cuerpo y esa supuesta alma son una. Y vos dos. Explicame cómo puedo volver a ser yo.
La presión en el pecho y la cabeza a punto de estallar, la sensación de frustración y de ahogo, el silencio que recientemente plantamos. El hábito de mirarnos queriendo odiar. Me da bronca, no te odio, me enojás. Me herís. Me escupís, a mi y al ex nosotros. Pero no te odio. Ojalá. Sería todo más fácil así. Te tendría que detestar pero no puedo. O tal vez sí, pero no me dejo. No sé. No quiero que me duelas, no te merecés ser tan importante después del hecho. Necesito sacarte de acá. De esta máquina incesable que es mi cabeza. Necesito decirte chau.
Qué cambios del orto.
Qué ganas de dormirme un mes entero.
Qué ganas de sufrir sin sentido.

No tengo un plan, ni la forma correcta, ni un diccionario en donde aparezca la teoría exacta pero hoy, acá, desde ya, empiezo a aprender cómo decirte chau.

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