jueves, 3 de mayo de 2012

nunca más me agarres de la mano

Acá hay algo que sólo vos y yo sabemos, que planteamos y espiritualizamos una y otra vez. No es ni el ego maldito, ni la euforia encerrada, ni el miedo de acabar demasiado pronto. No, no es eso. No es el secreto que quisiste esconder y que no podés, porque yo sé muy bien que mirás a los ojos de la gente y no podés; no, no es eso. Son las ganas, lo que me mata a mi es eso. Es verte parado en cada esquina que caminé en mi vida, sonriéndome, casi socarronamente y tocándote. Tocándote y tocándome en cada paso que doy. Es eso lo que me mata. Así. Tac. Si yo fuera flor, y qué metáfora de mierda, vos serías mano que se escabulle entre las rejas de la casa del vecino y me arrancarías. Ojalá fueras mano que se escabulle entre mis piernas. Pero no.
Quiero no decirte que la obsesión es la peor cosa del mundo entero. Por suerte mi mente y yo no llegamos ahí. Pero quería no decírtelo. Así también quiero decirte que no puedo mirarle la cara a nadie en el subte porque siento que ellos saben el secreto que no es y me están retando. Por hija de puta. Por forra e hija de puta. Esa es la razón por la cual camino rápido desde el andén de Constitución hasta el andén del C y después subo caminando la escalera mecánica que combina con la E y también bajo caminando la que baja al andén de la E. Y siempre trato de subirme al último o anteúltimo vagón. Los demás están lejos de la escalera mecánica de Emilio Mitre. Decía, por eso camino rápido toda combinación posible. No me pasa cuando llego a Puán. Que es más tranquila del lado que no es Caballito.
No quiero ni ver, ni verte, ni vernos, ni la, ni ampliaremos. No, no quiero. Siento que todos bajaríamos las miradas porque estaría físico el no secreto. Me asusta.
¿No te asusta mirarte en el espejo y saber lo que realmente sos? A mi sí. Verme desnuda, mirarme fijo y llorar. Quisiera llorar. Pero no esas lágrimas de mentira que duran un segundo. Quiero llorar como lloré en Febrero. Pero sin el dolor, por favor, sin el dolor.
No me mates, ni te mates, ni nos mates. Ni nada. No hagas nada. No leas nada. No saques conclusiones de nada. No maquines nada. No escribas nada. No hagas nada porque para hacer todas esas cosas ya estoy yo.
Pero por favor, te lo ruego, te lo suplico de rodillas, nunca más me agarres de la mano.

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